jueves, 20 de noviembre de 2014

Te escribo, pero no a ti.

Te escribo, pero ya no te escribo a ti, sino a la persona que fuiste cuando fuimos dos; ésa me sigue provocando poesía, tú, con suerte, arcadas, mi amor.

Qué crueldad la mía hacia quien ahora eres, casi me repugnas en algunas fotografías, casi me ocasionas daños oculares cuando decido ver qué es ahora de ti y veo en lo que te has convertido. No te imaginas cuánto siento sentir esto, pero te siento como se sienten las cosas bonitas transformadas en deshechos. Eres mi deshecho, mi cosecha podrida tras una Primavera con demasiado frío.

A ti, a quien fuiste cuando te juré mi vida, te sigo esperando; por supuesto que sí. Jamás lo he dudado, jamás lo he dejado de hacer. Pero te espero como quien espera un tren perdido de sólo ida, como quien decide ponerle cara al viento, como quien duerme a todas horas por vivir de un sueño. Sé que tú -y lo sé, tristemente, con franqueza- ya no existes. Que quien fuiste, sea quien fuere, ya no es.

Imagínate mi daño al recordar que ésa persona, ya sabes, la anterior a ti, la que un día se reflejaba en mis ojos, sigue teniendo la autoría de mi corazón, y todos sus órganos vecinos.

Tú, en cambio, parece que has perdido el tuyo. Y supongo que para llegar a tal extremo, también has debido perder el mío. En qué cama te lo dejarías. Cuántas sábanas saben ya del olor de tu pelo cuando tantas noches soñé con que solo quisieras que lo conocieran las mías.

Podríamos haber envejecido inmensamente felices, maldita sea. Tú y yo y un eterno invierno, te lo hubiese regalado por Navidad; cada día, cada mes, cada estación del año, de trenes, de autobuses; todo cuanto tengo o hubiese podido llegar a tener. Todo. Toda yo. Sin excepciones y sin peros.

Pero claro que no.

Así que hazme un favor, pues habitas el mismo cuerpo que habitaba la persona a la que amé un día: si es que vuelve a aparecer, dale el pésame de mi parte.

A ti, a quien ahora eres, sólo me imagino dándote información sobre las ETS.

2 comentarios:

  1. Yo no me arrepiento de haberte conocido. No me arrepiento de haberte besado, ni me arrepiento del final que tuvimos. Fuiste el vicio más fuerte que nunca he tenido y la dependencia que más me ha costado dejar. Por eso a veces, creo, que tenemos derecho a recaer aunque sólo sea por momentos. Por eso a veces no puedo evitar llamarte, o escribirte algo. Pero te equivocas si piensas que estar juntos fue un error. Fue caótico, eso si, pero no un error. Y si sigues repitiendo lo mucho que ahora me odias, voy a tener que empezar a quererte de nuevo. ..porque al menos eso, odiarnos, se nos daba bien.
    Asi que atrevete a decirmelo otra vez. Dime lo mucho que te duele hablarme, o que estar juntos no mereció la pena. Repite todo lo que me dijiste. Acabaremos gritando, y tú me dirás que soy como todos. Que me iré de tu vida y te abandonaré sin sentir nada. Que yo no te quiero ni la mitad de lo que tú me quieres a mi, que sólo eres un juguete. Dimelo Miranada, aunque sólo sea para poder decirte que incluso hoy, todo es mentira. Que nunca me he ido ni te he abandonado. Que no eres un juguete, ni te quise la mitad de lo que tú me quisiste a mí. Porque al día de hoy aun tengo presente nuestra última pelea, y aún te quiero. Te quiero como nunca antes habia querido a nadie.
    .Te quiero como el primer día, aunque eso signifique, odiarnos como el primer día.

    D.
    .

    ResponderBorrar
  2. Hoy me he reconciliado con la vida.
    Acabo de soñar con la ciudad que nos ha visto fracasar como amantes, y estaba todo como lo olvidamos.
    Me recordaba todo tanto a ti...
    Estaba todo tan en su sitio que asustaba, las calles de nombres que guardan el tuyo, los parques que visten de flores con el color de tus ojos, las clases donde crecimos, reímos, vimos llover y rompimos a llorar... La ciudad donde nos rompimos.

    Estaba mirando a tu avenida por si volvías.
    Ahora siento como el sol me da vida y el cielo me incita a nadar en su azul. Estoy sintiendo mi respiración por primera vez desde que no estás.
    He olvidado, a conciencia, el teléfono, ya no espero tu llamada.

    Sigo caminando sin rumbo fijo, percatándome de lo mayor que está el resto del mundo, de lo mayores que estamos, de cuánto hemos cambiado. Observo el lugar donde, perdido reafirmabas que tu vida no es lo que esperabas, recuerdo que hablaba el niño que llevas dentro, o al menos, llevabas.
    Te quería, te hubiese querido aunque estuvieses perdido, te sigo queriendo ahora que por fin te has encontrado, pero no de esa manera. De esa manera tan veraz y voraz, tan constantemente en contacto al tacto, te quería despeinado ¿te acuerdas? Te quería dormido, recién levantado, por las mañanas. Te quería con miedo a que terminaras. Te quería cuando bajabas del carro y sonreías, y todos los semáforos en verde cambiaban.
    Te quería, te quise, te querría si no te hubiese querido, te sigo queriendo. Te quiero lejos.
    De cerca las distancias se acomodan y ahí sí que podría dejar de quererte. Y no quiero eso. Te quiero llevar allá donde vaya sin miedo a que te acabes, ahora que no eres mío.

    Continúo, esta vez con rumbo, ya he recordado cómo era pasear sin ti, he comprobado que existe la vida después de tenerte. Pero, de repente un azul se confunde con el cielo y te veo cruzar la calle como antes.

    No te odio, nunca lo hice ni cuando lo intenté.
    No te extraño. Estábamos tan equivocados, tú no eras para mi, yo no era para ti.
    Nos forzamos y nos rompimos.

    Todo está superado, aunque aún recuerdo como nos conocimos.

    ResponderBorrar