sábado, 24 de mayo de 2014

Si estas viviendo constantemente en mis sueños, en mi insomnio..

Deberías preguntarme por qué no duermo al caer la noche, por qué no cierro jamás los ojos hasta bien pasado el amanecer. Pregúntamelo. Te diré que tengo miedo de soñar contigo. Te diré que por el día hay demasiado ruido como para caer de lleno en ese mundo en donde te sueles colar y de momento, no cerrar los ojos es la única manera que tengo de poder dejar de verte.

Pregúntame por qué temo a mi subconsciente. Te diré que eres tú quien vive en él y te diré que duele, no te imaginas cuánto duele darle la libertad para soñarte y despertarme y ver que todo lo que acaban de tocar mis manos no es más que parte de una mentira demasiado amarga.

No duermo de noche por miedo a soñarte. No lo hago porque sé que no estarás ahí al abrir los ojos, porque sé que ya no quieres volver a estar.
Este tramo de la huida esta acabando con lo poco que quedaba ya de mi. Apenas soy una hoja arrugada con un millón de tachones cobardes por miedo a no poder leerte una vez . Quizás por miedo a que tú no quieras volver a leerme a mi. Ni a escucharme tan siquiera. Duele(s).

Aún no sé cómo lo has hecho, pero me has convertido en una marioneta encadenada a tus hilos y has conseguido sublevarme a cada uno de tus movimientos. Córtamelos, o haz que vuelva a bailar al son de tus deseos.

Mira al cielo y dime cuántas estrellas ven tus ojos. Así quizás se a más fácil. Cuéntalas, y dime el número exacto porque desde donde yo estoy sólo puedo verte a ti haciéndole sombra a cualquier constelación. Me has robado la ruta a todos los planetas a donde solía huir y me has dejado sin oxígeno en una atmósfera completamente desconocida. Aquí no estas tú despeinando mis mañanas, mi pelo largo entre tus manos. No estás tú para decirme que las ojeras son la huella que dejan los sueños en los que se besa mucho. Aquí no estás tú y no te imaginas cuánto duele.


He intentado engañarme, una y otra vez pensando que si escribía un cuento repleto de mentiras, alguna acabaría volviéndose verdad, y lejos de eso, temo que cada uno de esos cuentos hayan destruido por completo cualquier esperanza de volver a vernos.

No te imaginas cuánto lo siento, ya no tengo fuerzas para volver a tomar un autobús. Y es que ya no queda sitio en mi piel donde guardar los boletos, sigo repleta de tus huellas dactilares. Han inundado por completo mi cuerpo y prefiero tenerlas a ellas si por más que vaya allí.. tú jamás vas a volver a estar.

1 comentario:

  1. ¿Te puedo contar una historia llena de metáforas que me encantaría se hiciera realidad?


    Érase una vez una estrella con miedo a la oscuridad de una cama vacía. Los viejos libros cuentan, que un día tuvo en sus manos la constelación que siempre había imaginado y sin embargo, la dejó escapar por temor a romperle si se quedaba cerca. Desde entonces, tiembla cada vez que cierra los ojos por si el recuerdo se disfraza de sueño y justo en el momento antes de volver a rozar esos labios perdidos, suena el despertador y vuelve a perderlos de nuevo. Algunos dicen que cada día brilla un poco menos, que se ha comprado un telescopio y que cada madrugada busca una y otra vez ese rastro de luz por el que un día decidió comenzar la huida. Cuentan, que desde la ventana de su habitación observa el cielo y sueña con poder volar. Que tiene los ojos tristes más bonitos de todo el universo y esconde en su sonrisa rota más de un millón de mentiras a medias.

    Érase una vez una constelación hechizada con la terrible maldición.. de no poder decirle a la estrella que un día tuvo el camino de vuelta al sueño del que nunca tuvo por qué salir. Cuentan, que desde allí arriba, la observa mirar por el telescopio esperando el momento en que la estrella pierda el miedo a cerrar los ojos, pues sólo entonces el hechizo puede romperse, y puede así colarse en sus sueños para decirle, muy despacio y al oído, que por más que pase el tiempo siempre la estará esperando.

    ..que por más que pase el tiempo, siempre te estaré esperando.

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