domingo, 8 de junio de 2014

Eres mi mejor excusa para no encontrarme.

Estoy perdida. Perdida y sin saber a dónde ir. Supongo que por eso te busco, a ti o a mi, sin conocerte. Es como una bala que ha perdido el rumbo, y me alcanza cada vez que creo saber quien soy. Saber quien eres. Es domingo, de cualquier noche de mi vida. De la tuya.


Necesito gritar, gritar a todo, a nada. A todos y a nadie. A mi misma. El miedo ha conseguido colarse en todos mis sueños. Ya no siento, ni pienso, ni lloro. Y cómo avanzar, si cada paso es un nuevo obstáculo que no quiero vencer. Si pensar en esto es sumergirme en infinitas preguntas que no quiero responder. “Ojalá estuvieras aquí, -pienso”. Todo sería mas fácil. Todo tendría, aunque sólo fuera, un poco más de sentido. Pero no estas, y aceptarlo debería ser el primer paso. Olvidarte nunca estuvo entre mis planes, pero ahora, paralizada ante cualquier atisbo de tu regreso, mentiría si dijera que no te echo de menos. Recordar tus consejos nunca fue tan complicado. Nunca, como cuando no quiero escucharlos. Supongo que si me vieras, (tú, o yo, o quien quiera que seas) no estarías orgulloso de esto. De lo que soy. De lo que en cada minuto me transformo más y más. Un peluche de trapo con el que el destino prueba su suerte. Entonces, ¿..que me queda, si he olvidado por completo a la persona que solía ser?. Un mar repleto de dudas que no quiero saber. Por eso quizás, he inventado la necesidad de necesitarte. Contigo como objetivo de todas mis noches en vela, dejo a un lado lo demás. Todo lo importante, lo que realmente debería apreciar. Si te doy mis besos y tú apartas la mirada. Y con sólo una caricia fuera de la carta, te marcharías de mi vida sin decir nada. Es la más dolorosa de todas las jugadas: saber que apuestas mi sonrisa a una mano robada. La que decide si esta noche me llamas, y me regalas tu almohada. Si. Pensar en que tú eres el mayor de mis problemas o la mejor adicción que acabará conmigo, es el camino fácil que desde hace mil noches, recorro sola. Una travesía cuesta abajo. El reto de llegar viva al otro lado, sin volante, ni frenos, ni tus manos. Porque buscarte a ti es la mejor excusa para no encontrarme a mi. Y verme, con los ojos cerrados y frente al espejo, en lo que nunca habría deseado convertirme. Alguien sin voz y con el único deseo de gritar a todo, a nada. A todos, y a nadie. A ti, y a mi.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario