viernes, 28 de marzo de 2014

Tú seguramente prefieres leer a Neruda

Me pregunto hasta qué punto son mis dedos los que escriben al silencio y no las innegables ganas de escribirte a ti. A voces. Me pregunto dónde esta el límite en que mi inconsciencia deja de calcular cada palabra y torna en sangre la sinrazón que me lleva a plasmar lo que siento. Hablo de musicalidad, de utilizar como bengalas, y en otras ocasiones como escudo, ciertas expresiones. Hablo de escribir tu nombre y borrarlo y volverlo a escribir. Y ver que todo lo que no sean esas letras que construyen tu escondida identidad no son más que una absurda combinación de sustantivos, pronombres y adjetivos para que tú, y sólo tú, me desleasentrelíneas.

Hablo de inventarme palabras porque ninguna esta a la altura de esto que llaman tus ojos. De haber hibernado ahí para luego morir de frío cuando ni siquiera ha llegado el Invierno.
Juego, extorsiono, amenazo a ciertas partes de mí misma si no logran escupir todo lo que quieres oír.
Me refiero con todo esto, a la línea que separa lo que meticulosamente escojo escribir y lo que, quizás sin darme cuenta, acabo escribiendo.

Todo se reduce a un antes y un después.
Todos los relatos, todo lo que doy a conocer.
Un antes de conocerte y un después de haberte regalado cada gota de tinta.
Te leo, te releo e intento alimentarme con la forma en que tus ojos conjugan ciertos verbos.

La esperanza es, entonces, sumergirme en una de tus metáforas y creerme viva en ella.
(en ti)


Quizás Neruda utilizó la Primavera en los poemas más bonitos que jamás se han escrito. Y yo a ti te llamo Primavera, entiende que tenga un serio conflicto con su persona.
¿Qué he de hacer para que pienses en mi, y no en él, al ocultar tu nombre con tan sagrado pseudónimo? Quizás los versos más bonitos estén ya todos escritos y ése sea el verdadero problema.

Pero yo quiero hacerte a ti lo que Neruda quiso que la Primavera hiciera con los cerezos.



No sé si me explico.

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