domingo, 13 de julio de 2014

Hoy me he levantado sonriendo ante una canción triste y es domingo, y tengo ganas de bailar lo que no está escrito. No quiero que seas tú mi escenario, ya no y creo que estoy volviendo a respirar sin esperar dejar de hacerlo.

Pero tú nunca lo entenderías...

Que los monstruos de debajo de mi cama han vuelto a salir y me abrazan, debo estar volviendo a ser hogar para ellos y no la sombra de la sombra de lo que un día fui y en lo que me estaba convirtiendo sin llegar nunca a ser.

El amor no estaba en ti, estaba en el aire y yo por aquel entonces tenia la absurda manía de dejar que al menos eso me calase hondo, pero entraste tú de golpe, y no me dio tiempo a reaccionar; como si fueras una canción en aleatorio que dejas que te rompa.

No sé dónde quedó todo aquello.
(O sí)

No fuimos lo correcto; y ese fue el castillo de naipes que derrumbaste en el momento que dejaste caer tanta realidad en tanta fantasía, como una utopía hecha pedazos.

Esta mañana lo he entendido todo, la lluvia es esa mujer que ve llegar al verano cuando está a la vuelta de la esquina y le da aspecto de inalcanzable, como la mirada perdida de la niña de las mil noches que sonríe todo lo que no puede llorar hasta que se apagan los focos.

Equilibrista sin tejado, verso con tiempo.
Herida cicatrizada;
Recuerdo: tú.

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